sábado, 4 de octubre de 2014

Ochenta y cuatro - Tercero

Uno de mis dos y únicos amigos. Soy afortunado.
La vida, la suerte, circunstancias, destino, casualidad o como quieran ustedes llamarlo, nos presentó en 1984 en un pueblo mediterráneo, cercano a Nador, con portales modernistas y hierbabuena en el te.
Y así, por uno de esos giros de nuestra estancia en el tiempo, convinieron en el mismo espacio la literatura, poesía, política, el activismo social, rebeldía y diferencia, sensatez y respeto. Coincidieron Llach y Silvio, Espriu y Millares. Juntos se reconocieron de inmediato, y juntos sobrellevaron largos meses de mediocridad entre desterrados que añoraban a su caudillo y su dieciocho de julio, carros de combate y tierra de Rostrogordo en las botas del cuerpo a tierra.
Cuando llegó el librito blanco que marcaba el fin de aquel despropósito, cada uno marchó a su casa con la firme intención de conseguir todo lo que aquella década, para alguien con veinte años, venía prometiendo.
La vida se fue abriendo paso en cada uno de nosotros o, mejor dicho, a través de nosotros. A mi, en ocasiones me empujaba de espalda a mullidos y prometedores colchones, en otras me coceaba de frente y sin piedad contra ásperos muros de piedra truculenta. Y supongo que a el le pasó algo parecido. Como a casi todos. Lo que iba a ser y la mierda que ha sido, como cantó el poeta.
El contacto no se perdió; simplemente se dedicó a ir puerta por puerta, como esos vendedores de ungüentos y otras cosas sabias e inútiles, llamando, confiado en que algún día uno de nosotros dos abriría la puerta.
Anoche sonó el teléfono, y se deslizó sobre la mesa como una mosca agonizante de Oro Matón. En la pantalla, tras la luz y el ajetreo, el nombre de mi amigo. No fui capaz de responder. Hace tiempo perdí la capacidad de controlar según que emociones, y llorar no alivia si no ves la cara de quien te ve llorar.
Yo te llevo en el pensamiento, hermano, i t´estimo, amic, y espero volver a oír en persona tu voz de cazalla antes que el tiempo y la memoria me diluyan en tinta de otros tinteros.



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