Caminar tras de ti.
Ni a tu lado ni de tu mano. Adentrarnos en el alto trigo, harinando las palmas de las manos con el roce de las espigas.
Ni a tu lado ni de tu mano. Adentrarnos en el alto trigo, harinando las palmas de las manos con el roce de las espigas.
Con los brazos extendidos avanzamos como ángeles sin aeropuerto, espantando conejos y mirlos negros sin harapos mientras tu ríes, y yo te observo.
El sol viene ya a jugar. Se pone a la altura del trigal regalándome tu contraluz tras el mundo y tu pelo como virutas de carpintero.
Te giras y me miras. Alzas los brazos enroscando la luna en su portalámparas, y así anochece. Los grillos resuenan en tu boca cuando al fin me besas.
Precioso poema!, me encanta ��
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