jueves, 28 de noviembre de 2013

Compartida

Te comparto con el aire que respiras,

y con el movimiento de tus ojos bajo los párpados mientras sueñas y yo te velo,

embelesado.

Te comparto con el recorrido de la luna que va de una esquina a otra de nuestra ventana cada noche,

y con esa estrella que aparece justo antes de amanecer delatando sures.

Te comparto con el angelito de yeso que hace equilibrios en la pared de la cabecera,

aferrado al clavo con desconchón que lo sustenta.

Juntos vemos como abres los ojos cada amanecer fijándolos en los míos,

sonriendo a los suyos.

Te comparto con el café, con la ducha de dedos de agua nerviosa que te recorren,

con el empañado espejo esperando ansioso que dibujes con tu mano medias lunas en él,

y suspires, satisfecha, satisfaciéndonos. 

Te comparto con el crujir de la gravilla, con mi mano en la tuya, con mi dedo en tu espalda. Diario paseo de alamedas sonoras en las que comparto con el sol tu risa alegre

cuando espantas mirlos de las higueras, y temores de mi alma.

Te comparto con el vino de la cena retenido contra su voluntad en la copa,

loco de ansias por verterse en tu interior,

te comparto con los ojos de los demás, y los saludos, las risas y las conversaciones de otros.

Si hasta con el giro de la llave que nos recoge de nuevo en la casa de angelitos y ventanas con luna te comparto.

Y hasta ahí te divido,

porque cada noche,

cada inmensamente efímera noche de calor, de saliva, sudor y perfume,

del extenuante placer que me regalas, cada una de esas noches, te invento mía.

Solo mía.



Photo CC0 by MabelAmber