martes, 21 de noviembre de 2023

Pura

Se me están yendo a descansar los pilares que, desde siempre, han sustentado el techo que me ampara, aferrados fuerte al suelo que piso, señalándome el camino y el modo de andarlo.

Se están marchando los que, con su vida, me enseñaron a encofrar mis propias columnas para que algún día, quizá, alguien me eche tanto de menos como yo les extraño hoy a ellos.

Se me están yendo a dormir con la sonrisa del trabajo hecho, el regocijo del fruto tras la siembra. Sustento del recuerdo de los que, como castillos aferrados a un acantilado, recuerdos me forjaron.

Se me agarra al pecho aquel salón de la infancia, con el suelo de cemento, sus paredes sin encalar, el roce áspero del bloque visto, el recuerdo de la alegría allí vivida que hizo de mi lo que hoy soy. Corriendo por descampados, diente de león, espigas y ortigas. Y tras la algarabía, el escozor, y tus manos frotando una loción en las aventureras piernas de pantalón corto. Tu mirada severa, sabiéndonos cómplices.

Busca hueco en mi alma una pena que ignoraba tenía, me abre el corazón el recuerdo de aquella risa tuya y el consejo del color, colores vivos a esta casa, que aquí ya ha faltado mucha alegría.

Se me enreda en el alma el recuerdo amable de una playa de mi vida, arenada caleta de calderos al fuego, atardeceres vendimiando conchas, y perlas y collares de espuma. Tibia infancia tan bien vivida.

Solos vamos quedando, solos del esfuerzo, solos de la alegría. Solos de la mirada siempre tierna. Hoy hay dos manos menos que nos ayuden a empujar esta piedra cuesta arriba, y ya van siendo muchas. Y cada vez es mas piedra y mas cuesta arriba. Empinado camino el de hacernos mejores, el de seguir vivos.

Lágrimas y risas, son cosa de ojos. Agradezco el cariño, la ilusión, el apego. El calor grato del abrazo, la caricia sentida, el golpeteo fuerte de la sangre ante el dolor compartido. La risa, el esfuerzo, el llanto, la fatiga se me estén yendo a dormir mientras recuerdo como curabas mi paso por aquel campo de ortigas.

Ignorando hasta hoy cuanto te quería, se que te recordaré siempre. Me dejaré llevar por mis muertos hermosos, por otras preciosas vidas, y jamás te agradeceré lo suficiente el que tu parieras a mis primos y me permitieras entrar en sus vidas.




miércoles, 21 de octubre de 2020

Añoranza

Lo que daría porque entraras de nuevo en mi corriendo, abriendo ventanas y cajones, dejando las luces encendidas y a las lámparas exhaustas de risa. 

Que no daría por sentir de nuevo aquella urgencia, aquel desbocado anhelo por el reencuentro. Ofrecerte dócil las riendas, como ayer. Como siempre.

Que ganas de volver a tener necesidad de ti. Que añoranza de los preparativos. Magua del ensayo de besos, añoranza en el barrunto de pieles erizadas. Melancolía del día nuevo.

¿A que no volviera el tiempo en que te amé? ¿Que fue de aquella emoción sin medida, de las horas en quebranto, del aire en el encuentro con tu boca?

Lo que daría por volver a aquella tarde en que dije adiós y quemar mis palabras en tu pecho, muriendo dulce en el privilegio de tu piel.


Photo CC0 by anncapictures

jueves, 25 de junio de 2020

Como niño

De las campanas nones, en las horas pares, brota el limo que cura creyentes. Mientras, un aventador de salmos recoge almas desde los bancos del templo.

Vuelve el tiempo sereno y, con el, la dicha de caer rendido donde velará tu sueño un perenquén y el pagaluz aireará la bombilla que nadie recuerda.

Con mi mejor traje, este domingo arrastro una silla hasta la tierra de mis mayores. Allí me siento, por ver como la maleza ahoga al tiempo.

La tierra de mi infancia comenzó a escribirme cartas cuando cumplí seis años. Ahora, no se como desatar la cinta que une los sobres sin abrir.

Dedicaré lo que me queda de luz a volver al tiempo de mis padres. Allí, me dejaré llevar como el niño que todo lo tiene resuelto. Como niño.



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